SALVADOR
DALI. MADONA DE PORT LLIGAT.
Aunque
cuando Dalí pintó esta obra se consideraba a si mismo un “ex surrealista”, en
realidad nunca abandonó la inspiración onírica. El pintor realizó esta obra en
homenaje a su tierra, tras su estancia en Estados Unidos. La Madona
representada no es otra que su amada Gala, a la que retrató con las facciones
dulcificadas. Dalí, en un momento de especiales preocupaciones místicas, recurrió
a una creación del Renacimiento para realizar esta obra; la Pala Brera, de
Piero Della Francesca, en la que también aparece la concha y el huevo, símbolos
del bautismo de Cristo y el origen del mundo. El paisaje que enmarca la
composición de Port Lligat, en la costa catalana. Los cuerpos vacíos de
Gala-virgen y del niño nos muestran un
diminuto pan, otro elemento indispensable de la estética daliniana.
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