Entre los chinos, los
matrimonios arreglados no se limitan a las parejas vivas, sino que persisten después
de la muerte. De acuerdo con una superstición en ese país, cuando muere una
persona sin casarse, es conveniente realizar un “matrimonio fantasma”, en el
cual se une matrimonio a dos solteros muertos para que transiten juntos al más
allá. Las chicas suelen ser vendidas a la familia del marido, que realiza una
boda de espíritus. Después, se entierra a los dos juntos. A pesar de que Mao
Tse Tung intentó deshacerse de esta tradición en 1949, cuando llegó al poder,
el mercado negro para novias fantasma continúa en auge. Un ejemplo muy notorio
se llevó a cabo el mes pasado, cuando una familia vendió a su hija muerta por
35 mil yuanes (72 mil pesos). Después de que fue enterrada junto al novio, unos
ladrones de tumbas la desenterraron para casarla con un soltero de otro pueblo
por 30 mil yuanes (62 mil pesos). Sin embargo, fueron atrapados por la policía
antes de que se efectuara la ceremonia.
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